Carlos Mora Rubio. Relatos de un Gudastro.
Lo principal es no buscar sentido a nada de lo que hay puesto aquí. Bizarradas, poesía amorfa, mucho humor absurdo y sobre todo demasiadas dosis de pentaoxoglucano
domingo, 7 de abril de 2013
El Retorno de Gudo... Capítulo 1.
Era un día normal.Ya había desayunado unos churros con salami y se había lavado la planicie craneal. Como de vez en cuando hacía, se dirigió a bazar chino de la esquina. Su lupa había quebrado y sufrido una terrible contusión en el intercostal de abajo, con lo cual fue a husmear entre las nuevas ofertas y los más novedosos modelos, para buscar un nuevo cristal para ponerle. Nunca usaba la lupa. La tenía como recuerdo, y solía coger kilos y kilos polvo diarios. Marcaba su pasado. Había dejado sus actividades de espionaje y seguimiento hacia ya años, pero quería conservarla. La lupa era su mascota. Incluso intentó una vez instalarle mp3, pero tras varios intentos de amarrarlo con celo, el dispositivo acabó en medio de la street. Bueno, a lo que vamos. Tras saludar a Kion Jong, un gran amigo desde hace varios años, y propietario de local, con el cual suele jugar de vez en cuando al mus y al lanzamiento de vasijas, Gudo se dispuso a rebuscar entre las cajas de pedidos recién llegados, para ver que podía encontrar. Nada más hubiose puesto, descubrió un disco de Bronz, el cual seleccionó sin dudarlo, ya que era muy fan de las verbenas de la NWOBHM. Tras el hallazgo, prosiguió su búsqueda, encontrando pues el cristal deseado para su lupa. Pagó a Kion y quedó con él después del trabajo para hechar unas partidas al Hamerin, cuando de repente, un estallido los tiró al suelo de repente. Varios cristales le atravesaron la camisa, y Kion estaba arrodillado tras el mostrador, meado completamente. Una parte del escaparate había caído al suelastro, y la luna había sido quebrada. Gudo ser levantó, con el brazo un tanto dolorido debido al impacto del Zoh3Nahoh645 procediente de los cristales. Dejó la tienda y salió a la calle. Había varios coches parados, y detrás de un corro de gente, pudo distinguir ( sin mucha dificultad ), una gran columna de humo que se elevaba hasta la tropopausa. Decidió acercarse, ya que no tenía ni idea de lo ocurrido. Se abrió paso entre la gente y visualizó un coche completamente destrozado. Parecía que había alguien dentro,y así era. Inmediatamente la policía sacó el cuerpo sin vida de un hombre, al que reconoció al instante. Era Sindulfo, su vecino de piso, con el cual había compartido a veces sitio en el bar de la esquina durante los partidos de la selección española de petanca. Poco sabía de él. Tenía una mujer, y era muy agradable. Siempre ayudaba cuando lo necesitabas, y si te faltaba algo en casa, él siempre estaba dispuesto a ayudarte. Fue entonces cuando la policía comenzó a observar una pequeña nota y un pequeño objeto pegados a su ropa. Gudo sacó su carnet de detective privado y lo enseñó a los gendarmes, con lo cual pudo tener acceso a las pruebas del crimen. Se trataba de una nota, la cual decía: " Caq pruvoken, mortum evoken". Detrás de la nota encontró una chapa, en la cual aparecía una alabarda noruega con dos moscas del vinagre a los lados. Pidió permiso para que le dejaran observar durante un tiempo las pruebas, y se la concedieron. Tras eso, Gudo desapareció en dirección Norte, con la lupa en una mano, y los 2 extraños objetos en la otra mano. Continuará.
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Sin duda nos encontramos ante una infatible composición textual que no creará duda alguna entre el espectador de su magestuosidad.
ResponderEliminarNo me digas eso que el Ofilardo se motiva :DD
EliminarTras analizar el contenido del susodicho texto narra-descriptivo, doy mi entero apoyo a este proyecto, ofreciéndome como mecenas del mismo. Mi ser no alberga suspicacia en cuanto al éxito de esta obra. Rauda será su aparición en las mejores librerías de la nación. Mi enhorabuena al artista, Carlos de la Tormenta, de la casa del Rayo.
ResponderEliminarPost Scriptum: El orgullo de Gudo llegaría a su plenitud si esta obra llegara a su mano manchada de productos químicos caducados.
Como era de esperar, mi querido Albert Flanagan, sabía que esta bazofia iba a provocarle un gusto atroz, ya que la calidad de escritura es excelente :D
EliminarObserve mi comentario, efebo barbilampiño, si desde este momento hasta que el astro rey sea engullido por el agujero negro que gobierna nuestra bienamada Vía Láctea reitera usted su malintencionada costumbre de denominarme cual niño con encefalograma plano y carente de utilidad con intentos absolutamente ineficaces de emular la profesión cuyo último representante fue el bovino homo cuyo apellido romanizaba a Eros, sentirá toda la figura de los metacarpos que conforman la estructura ósea de mi mano en sus maxilares izquierdos, y los axones que rondan esa zona corporal suya transmitirán a su sistema nervioso una oleada de dolor tal, que sólo será superada por el consiguiente golpe contra el muro.
ResponderEliminarVersión culteranista de lo que en el siglo XXI quedaría tal que así:
¡MIRA NIÑO, CÓMO ME VUELVAS A LLAMAR FLANAGAN TE PEGO UNA HOSTIA QUE TE ESTAMPO CONTRA LA PARED!